En este tiempo sinodal que vivimos y que dentro de poco va a ser mucho más intenso, se necesitan obras como la que tenemos entre las manos. Un buen estudio que supera el pensamiento de una iglesia de laicos, como antes lo fue de sacerdotes o religiosos para llevarnos a una Iglesia de todos donde aprendamos a escuchar. En este libro del sacerdote malagueño Francisco A. Castro Pérez nos recuerda que no se trata de excluir sino de incluir. Si queremos una Iglesia abierta al mundo somos todos los que debemos participar de ella y sobre todo sentirnos parte de ella.
Lo primero para que todos tengamos parte en la Iglesia es que aprendamos a escuchar, veamos que Iglesia estamos construyendo y que grado de espiritualidad necesitamos de ella. Y sobre todo en formación. Para ello un examen de conciencia de la Iglesia que tenemos nos vendrá bien para conocer nuestras virtudes y nuestros errores.
Todo ello nos llevará a entender nuestra vida en la Iglesia como una misión en comunión y donde el discernimiento sea el resultado de una buena formación teológica y no una mera especulación sentimental. En definitiva, una iglesia sinodal nos llevará desde la diversidad a la unidad donde el encuentro con el lejano a la Iglesia sea el mejor signo de misión.
Una misión que se enriquezca por la variedad de carismas que recupere con fuerza el asociacionismo dentro de la Iglesia y que llene de vida la misión de la misma.
Todo ello nos lleve a ser receptores de las propuestas del Sínodo, que ayude a una madurez del laicado y teniendo presente que la Iglesia debe ser motivo de encuentro y estabilidad en una sociedad excesivamente cambiante, donde se cuide y fomenten las Iglesias particulares.
